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A pesar de todos los intentos por explicarlo, el Hombre es hoy tan desconocido como lo fue en los albores de la civilización. Si alguna luz existe que pueda iluminarnos en este profundo misterio como una revelación, debe partir necesariamente del Niño; el único que con su simplicidad inicial puede mostrarnos las íntimas directrices que sigue el alma humana en su desarrollo.
La Doctora María Montessori, guiada por la certera intuición que nace del amor en su verdadero sentido, penetró en el misterioso reino de la psique infantil y lo sacó a la luz en toda su magnitud. Al mismo tiempo reveló los requisitos esenciales para que el niño lleve a cabo su propia creación.
Los “milagros” logrados por la autora del método han impresionado a todos los que de alguna manera intervienen en la educación de los niños, y su influencia se ha extendido ya a todos los países del mundo.
Con sus investigaciones logró la revolución pedagógica más importante del siglo XX. El objetivo de esta forma de enseñanza es sin duda lograr el desarrollo armónico de un ser humano más completo y dinámico, pero a partir del principio mismo de su existencia: los primeros años de la infancia.
Ella demostró como el niño, al ver satisfechas sus necesidades psíquicas, experimenta una transformación tan extraordinaria, que la prensa de la época habla de “niños convertidos”. La contemplación de este fenómeno espiritual creó un cambio radical en la vida de la Doctora Montessori. Es cierto que los niños aprendieron a leer de un modo espontáneo a los cuatro años y medio, pero lo verdaderamente importante era el cambio en su comportamiento. El hombre no ha de estar formado de cultura solamente. Hay algo mucho más esencial, de importancia infinitamente mayor para la humanidad. Si el aspecto espiritual del hombre se sigue descuidando, será cada vez más peligroso a medida que aumenten sus conocimientos.
En la oportunidad que se le plante al hombre de descubrirse a sí mismo radica el verdadero valor de la contribución de María Montessori al progreso humano. Para demostrar la magnitud y la radiante promesa que encierra el alma naciente del niño, la Doctora Montessori emprendió una campaña que duraría toda su vida.
Pero el instrumento más efectivo sigue siendo la obra escrita de la Doctora Montessori, especialmente su libro “El secreto de la Infancia".
El niño no es un ser extraño que el adulto puede considerar desde el exterior, con ciertos objetivos. El niño es la parte más importante de la vida del adulto. Es el constructor del adulto. El bien o el mal del hombre maduro tiene una relación muy estrecha con la vida infantil, que lo formó. Tocar al niño es tocar el punto más sensible de un todo que tiene sus raíces en el pasado más remoto y se dirige hacia el infinito del porvenir.
Tocar al niño, es tocar el punto más delicado y vital donde todo puede decidirse y renovarse, donde todo está lleno de vida, donde se hallan encerrados los secretos del alma, porque ahí se elabora la educación del hombre.
Trabajar conscientemente en favor del niño e ir hasta el fin con la intención prodigiosa de salvarle, equivaldría a conquistar el secreto de la humanidad, como fueron conquistados tantos secretos de la naturaleza exterior.
Libro físico - 298 páginas.
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