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LA EDUCACIÓN DEL NIÑO - Rudolf Steiner

En tiempos en que la educación se encuentra en franca y cada vez más evidente decadencia, y, sobre todo, cuando los jóvenes terminan la escuela cada vez más confundidos, siendo la depresión un problema cada vez más extendido, la Educación Waldorf creada por Rudolf Steiner ofrece una mirada alternativa sobre los procesos educativos que resulta cada vez más atractiva en tanto incluye una visión holística del hombre y promueve tanto una sensibilidad por la esencia del niño como un respeto de sus particulares que tiene mucho que aportar al mejoramiento del hombre.

Para poder generar una revolución educativa se debe, necesariamente, conocer los verdaderos fundamentos de la vida, no detenerse en lo aparente sino llegar a sus profundidades. La ciencia materialista sólo ve el desarrollo del cuerpo físico y la implantación de conceptos mentales, pero la Antroposofía busca conocer los cuerpos suprasensibles del humano, sus desarrollos, las etapas y formas en que las enseñanzas llegan de mejor manera a la vida anímica y espiritual del niño. El verdadero fundamento de la educación y de la enseñanza ha de basarse en el conocimiento de las leyes que presiden ese desarrollo suprafísico del niño.

El modelo educativo que Steiner plantea, si bien se desarrolla dentro de un cierto marco teórico, no es rígido ni igual para todos. Aquí se presta gran atención a la individualidad, al desarrollo de las capacidades que hacen único a cada niño. Él dirá "¿Dónde está el libro en que el maestro puede leer sobre lo que es la enseñanza? Los niños mismos son ese libro. No debemos aprender a enseñar de ningún otro libro que de aquel que yace abierto ante nosotros y que consiste en los propios niños". No se inventa programas, mucho menos de los actuales que sólo piensan en hacer del individuo un productor-consumidor del mercado, o sea aquello que de menos esencial tiene la naturaleza humana, sino que se debe leer en la página viva que se le presenta y recién a partir de esa naturaleza surgirá la teoría educativa.

El educador debe acompañar el desarrollo personal del niño para que sus conocimientos se vayan formando a partir de la propia experiencia, de la propia acción que moldea la realidad, a través de la cual se hace partícipe de la realidad y actor en lugar de espectador pasivo. Pues esta pasividad no puede generar más que frustración y descontento, lo que alimenta en espiral la desvalorización del individuo y la debilidad, dejándolo propenso a la manipulación y el engaño de los poderes de turno.

Por el contrario, el fomento del pensamiento creativo y analítico es uno de los motores fundamentales de la enseñanza antroposófica. Esto se logra mediante la exploración, el juego y las actividades artísticas que favorecen a que el niño se desarrolle con normalidad, seguro y feliz.

Con ello se intenta lograr la máxima planteada por Steiner como fin de la educación: "Nuestro mayor esfuerzo debe orientarse a desarrollar seres humanos libres, capaces de dar un propósito y una dirección a sus vidas. La necesidad de usar la imaginación, el sentido de la verdad y el sentimiento de responsabilidad: esas tres fuerzas son la esencia de la educación". Para ayudar al niño, aparte de comprender sus ritmos y acompañarlo respetuosamente, el educador debe guiarlo por el camino dotado de tres recursos básicos: imaginación, verdad y responsabilidad. El trabajo consiste en apoyar a los niños mientras aprenden a utilizarlos.

Potenciar su actividad imaginativa es acompañarlo en el entrenamiento de su cerebro, mediante el cual plasma y participa de la realidad. Los juegos deben estimular esta actividad, no se debe permitir que la pasividad atrofie y marchite su vida intelectual. La Antroposofía es realismo y no teoría gris; es ciencia al servicio de la vida misma.

La vida anímica y espiritual, a su vez, es estimulada no mediante conceptos sino mediante símbolos, que son los más adecuados para llegar al alma del niño. Las historias y cuentos de hadas graban imágenes potentes que sirven tanto de ejemplo para hábitos saludables como para la extirpación de malos hábitos mediante la contemplación viva de ejemplos. A través de ellos puede también captar los secretos de la naturaleza, las leyes de la vida. Las parábolas para los contenidos espirituales han de acercarse al alma infantil de modo tal que, tras ellas, el escolar vislumbre o presienta las leyes inherentes de la existencia, en vez de captarlas conceptualmente. Pues la parábola habla no solamente al intelecto, sino también al sentimiento y al alma del niño. El que no le sea dado abordar sentimentalmente los enigmas de la existencia, pensando que son temas demasiado elevados para un niño, es mucho más nocivo para su desarrollo que la falta de conocimientos. Al pensar materialista le es difícil admitir que las demás facultades anímicas son, por lo menos, tan necesarias como el intelecto.

Steiner propone, en suma, un desarrollo armónico de las capacidades corporales, intelectuales, anímicas y espirituales del niño. Lo que dará, luego, hombres fuertes, actores de su propio destino, capaces de discernir por sí mismos, con sensibilidad y con un sentido profundo de la vida. Cualidades que la humanidad hecha cada vez más en falta.

Libro físico - 133 páginas.

Price: AR$ 16.000