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Eugen Herrigel, filósofo alemán de principios del siglo XX, sigue siendo la máxima referencia sobre la unidad de la doctrina del budismo Zen con el arte del tiro con arco debido a que logró dar una imagen, mediante sus propias experiencias, de aquello que de ininteligible tenía el Zen para la conciencia occidental: El logro del vacío, de vencerse a sí mismo, borrar los límites de la conciencia y entrar en contacto con la esencia del Ser, que toma el mando ahora, se vuelve uno con el Todo y logra realizar el arte con una maestría que está más allá de lo explicable.
La práctica del tiro con arco no tiene así otro fin que adiestrar la conciencia para ponerla en contacto con la realidad esencial. No es tanto "dar en el blanco" sino "hacerse uno con el blanco". La mente es armonizada con aquello que está más allá de la conciencia. Este estado de supraconciencia se cumple cuando, absolutamente vacío y libre de sí, se vuelve uno, indivisible, con el arte.
No significa esto que el arco deja de ser un elemento guerrero, sino que antes de vencer a un enemigo el luchador debe vencerse a sí mismo. El tiro con arco sigue conservando aquí su prístino significado agonístico, sigue siendo una cuestión de vida o muerte, en la medida en que es una contienda del arquero consigo mismo; y esta forma de contienda no es un mezquino sustituto, sino el fundamento de todas las luchas dirigidas hacia el mundo exterior. En esta lucha del arquero consigo mismo se revela la esencia esotérica de este arte y su instrucción no suprime nada esencial al abolir los fines utilitarios a los cuales estaban destinadas las pujas caballerescas. Luego de haberse vencido a sí mismo el guerrero podrá encarnar la fuerza entre las fuerzas y, si es necesario, enfrentar al enemigo externo sin nada que temer ni nada en que preocuparse.
Es por este sentido espiritual que el tiro con arco, en su sentido tradicional, es considerado un arte y honrado como una herencia nacional por los japoneses, quienes no entienden por él precisamente un deporte sino un ritual religioso. Un arte cuyo origen debe buscarse en los ejercicios espirituales y cuya meta es acertar en un “blanco” espiritual, por lo que fundamentalmente el tirador apunta a sí mismo y busca acertar en sí mismo. El acceso al arte del tiro con arco, y en esto concuerdan los Maestros arqueros de todos los tiempos, será por lo tanto sólo concedido a los puros de corazón, no perturbados por fines secundarios.
Dado que el Budismo Zen, que es el fundamento de esta práctica, no es en absoluto una especulación sino la experiencia inmediata de cuanto, como el insondable fundamento del Ser, no puede ser aprehendido por medios intelectivos y no puede ser concebido o interpretado sino por aquél que lo ha experimentado, Eugen Herrigel logra darnos una clara idea de su esencia mediante el detallado relato de su experiencia de casi 6 años (1924 a 1929) como discípulo de uno de los más grandes maestros de tiro con arco (kyudo) de Tokio, Awa Kenzo. Y como el Zen no es una teoría ni tiene mucho más que enseñar que la forma de practicar para alcanzarlo, asumiendo la naturaleza sacerdotal del hombre, Herrigel resumen aquí el curso de instrucción que le fue impartido entonces compilando detalladamente, enumerándolas, todas las resistencias que debió vencer, todas las inhibiciones que debió superar, antes de conseguir penetrar en el espíritu de la Gran Doctrina.
El pequeño artículo que publicó en 1936 siendo uno de los más importantes estudiosos del Japón en la Liga por la lucha de la cultura alemana, en 1948 se amplió y convirtió en libro, y desde entonces no ha dejado de traducirse a los más diversos idiomas y reeditarse en todo el mundo como uno de los más maravillosos testimonios de la vivencia profunda del Zen en los artes marciales.
Libro físico - 93 páginas.
Price: AR$ 13.900